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Vecino de Guardia
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  • Vecino de Guardia

Vecino de Guardia

Autor Ronda Iglesias, Javier
Editorial Algaida Editores
Fecha de Publicación 30-06-2016
Nº de Páginas 224
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ÍNDICE
Introducción ....................................................... 11
Capítulo 1.
El presidente de esta nuestra comunidad
(o cómo sobrevivir al cargo)................................ 21
Capítulo 2.
Los sufridos administradores de fincas
(o la ayuda de un profesional)......................... 41
Capítulo 3.
Tipos de vecinos
(o catálogo de subespecies)................................. 73
Capítulo 4.
Juntas de vecinos
(pero no revueltas) .............................................. 101
Capítulo 5.
El mantenimiento de las zonas comunes
(sin perder el sentido común)............................. 123
Capítulo 6.
Con los estatutos en la mano
(y la Ley en la otra).............................................. 141
Capítulo 7.
La moraleja de Emilia
(o aquellas entrañables porteras)........................ 165
Capítulo 8.
Tablón de anuncios
(o los papelillos de los vecinos)........................... 177
Capítulo 9.
Gazapario ............................................................ 197
A manera de epílogo .......................................... 215

RESUMEN
l mando de este garaje es como la colonia
Brumel: mejor cuanto más cerca.»
Encontré hace tiempo un cartel con este
texto, no recuerdo bien en qué página de internet.
Como tantos otros avisos, no tiene firma: si lo hubiera
colocado el presidente de la comunidad, seguramente
se habría identificado. Por eso creo que lo escribiría
algún vecino con bastante sentido del humor,
y podría haber aparecido en cualquier comunidad de
propietarios del país.
En todos los edificios surgen, en mayor o menor
medida, toda clase de situaciones e incidentes que, según
se orienten de una u otra forma, pueden quedarse
en anécdota o convertirse en un problema de difícil
solución. Si este propietario, en lugar de ese cartel, hubiera
colgado otro criticando o insultando al presidente
estaríamos ante un problema serio de convivencia.
Siempre he pensado que es muy importante
tomarse las cosas con buen humor. En este sentido,
el recopilatorio de anécdotas que nos ofrecen Javier
Ronda y Marián Campra, además de arrancarnos
más de una sonrisa, debe ayudarnos a relativizar los
problemas y tratar de afrontarlos de otra manera.
14
En las comunidades de propietarios, las personas
se relacionan directamente entre sí y esta convivencia
diaria tan cercana provoca que salten chispas
constantemente. Y cada día los administradores de
fincas nos vemos en el medio de estas situaciones,
tratando siempre de mediar en los conflictos. 16.000
administradores de fincas colegiados acudimos cada
mañana frescos a nuestros despachos. Con renovadas
fuerzas tras el merecido descanso y con el móvil
ya sonando al traspasar la puerta, llegamos a la oficina
siempre dispuestos a enfrentarnos a lo que nos
venga. Al acabar el día, no sé cuantos asuntos habremos
atendido cada uno de nosotros. Probablemente
16.000 problemas que nos dejan con las fuerzas
justas para estar un rato con nuestra familia e ir
nuevamente a descansar para que el ciclo continúe,
porque la actividad en las comunidades de propietarios
jamás cesa.
A todos, da igual nuestra actividad laboral,
nos parece que no existe un trabajo peor que el
nuestro. La profesión de administrador de fincas no
es de las que más envidia genera. A veces me gustaría
equivocarme de puerta y, aunque fuera por un
día, vivir la jornada de trabajo de alguna otra oficina
de las que hay en mi propio edificio. ¿Se vivirá tanta
tensión como en la nuestra? ¿Cuántas llamadas y
correos electrónicos reciben cada día? ¿Sus clientes
se irritan tanto como los nuestros?
Aunque pueda parecer increíble, equivocaciones
como esa son posibles. Uno puede meterse por
error en la saca del vecino. Las cosas más inimagina-
15
bles llegan a pasar. Recuerdo que en una ocasión el
propietario de una parcela situada en una urbanización
me vino a ver y, tras identificarse, me hizo una
pregunta sorprendente:
¿Puedes indicarme sobre un plano cuál es
mi propiedad?
«Este señor no sabe cuál es su propiedad
pensé: le sobra dinero». Nada más lejos de la
realidad. Resulta que con toda su ilusión se había
acercado con su esposa el fin de semana a su parcela,
para verla y pisar su terrenito. Este hombre se
encontró sorprendentemente con que el vecino colindante
se había equivocado de parcela y había
comenzado a construir su nueva vivienda sobre el
terreno de mi interlocutor. Habían pasado por allí
el propietario de la parcela colindante, el contratista,
el arquitecto y el aparejador y nadie se había
dado cuenta de que habían excavado y construido
una buena parte de la estructura sobre una parcela
equivocada.
Este cliente me decía que no sabía qué hacer,
si denunciarlo o dejar que terminara la casa porque,
una vez terminada, seguro que nadie la derrumbaba
y se la construían gratis. El asunto, como ya supondrán,
llegó a los tribunales.
Los errores en los edificios pueden afectar a
cualquier elemento o instalación y son origen, en
muchas ocasiones, de situaciones rocambolescas.
Imagínese esos recién casados que tras la luna de
miel van con toda su ilusión a su nuevo hogar: una
casa nueva, pequeñita y a la que tantos esfuerzos
16
han dedicado. En más de una ocasión las conexiones
de las tuberías no son perfectas, mejor dicho:
son un auténtico desastre. La primera discusión de
Fernando y Beatriz fue por la colada que hicieron al
llegar a su nueva casa: al sacar de la lavadora la ropa
estaba tan encogida que le hubiera servido a David
el Gnomo y a su esposa Lisa, pero no a ellos. El disgusto
fue enorme. Uno echaba la culpa al otro y,
hasta que tiraron de la cisterna del inodoro y el agua
salió caliente, no fueron conscientes de que la conexión
de las tuberías estaba hecha al revés: el agua
caliente salía por dónde correspondía a la fría y viceversa.
La parte buena fue que la reconciliación se
cerró con un beso apasionado y la peor que el fontanero
de la constructora tardó tres meses en dar con
la solución.
Y es que nuestro trabajo tiene que ver, más
que con los edificios, con las personas, con sus ilusiones
y sus problemas, sus posibilidades y sus limitaciones.
El administrador de fincas con el paso
del tiempo va comprendiendo que el vecino del
tercero no tiene una avería en la televisión: se ha
quedado sin ver el partido que ha estado esperando
disfrutar toda la semana; y el del sexto no es
que se haya quedado sin agua: su problema es que
su hijo mayor ha tenido que ir sin ducharse a una
entrevista de trabajo. Esta es la gran dificultad y al
mismo tiempo la grandeza de nuestro trabajo:
nuestra obligación es ayudar a nuestros clientes a
que, en su día a día, los servicios que les importan
funcionen.
17
Sin embargo, el azar determina que en muchas
ocasiones algunas cosas fallen en el peor momento.
Un día de octubre en 2012 sonó el teléfono de la
oficina a las 9:15 horas:
Dígame.
Le llamo desnudo, con todo el cuerpo enjabonado
porque estaba duchándome tan tranquilo y
se ha ido el agua.
¿Qué haces en ese momento? ¿Qué puedes
decirle a este cliente? ¿Existe un momento peor
para quedarse sin agua? No tengo respuesta para estas
preguntas. Lo que sí puedo asegurar es que en
estas situaciones sientes gran impotencia.
Y sistemáticamente el azar elige malos momentos
para provocar grandes problemas. ¿Cuál es
el peor momento que podríamos elegir para que se
rompa una tubería y se caiga el techo encima de una
familia que está cenando? Esto pasó en la cena de
Nochevieja del cambio del milenio a las 23.00 horas,
con las uvas encima de la mesa. Una tubería general
de agua caliente reventó y la catástrofe sobrevino.
En ese momento da igual que sea uno de los mejores
edificios de la ciudad. Hay que hacer algo. Solo dejó
de salir agua cuando cortaron la llave de paso general
de todo el edificio. 50 Viviendas sin agua la noche
más especial del año. Cuando el fontanero fue a
reparar la tubería, el propietario, con la lógica indignación,
le preguntó:
¿Usted sabe lo que es esto?
El fontanero, titubeando y con gran sorpresa
por la pregunta, respondió:
18
¿Una gotera?
¡No! ¡Es un tapiz del siglo xviii!
Por realidades como esta, hay muchas tareas
importantes que realizamos los administradores
de fincas colegiados que no son valoradas como
verdaderamente merecerían. Cobrar los recibos;
realizar la contabilidad; convocar, asistir y dirigir
las juntas; redactar las actas; atender las incidencias;
los trámites con las compañías de seguros...
Todo el esfuerzo realizado queda en un segundo
plano ante cualquier problema que afecte a un vecino
en algún asunto que le afecte personalmente.
Creo que todos los lectores coincidirán en pensar
que el reconocimiento que obtenemos no es proporcional
al esfuerzo y responsabilidad de nuestra
actividad.
Si lo pensamos bien, las comunidades de propietarios
son como ciudades en miniatura (hay muchos
casos que son incluso más grandes y con más
población que numerosos pueblos de nuestra geografía).
Los edificios tienen su alumbrado, su abastecimiento
de agua y su red de alcantarillado. Las
escaleras y ascensores son sus redes y medios de
transporte. No faltan sistemas de comunicación y
gran parte de las nuevas edificaciones disponen
también de sus zonas deportivas y ajardinadas. Y
como en cualquier ciudad, también nos encontramos
todo tipo de personajes.
Por citar alguno, recordaré la figura del cotilla
(hombre o mujer), conocida y extendida por todos
los rincones. Me relataron el caso de una mujer que
19
vive en un entresuelo y cuya capacidad de análisis de
su entorno era tan amplia como la cantidad de conocimientos
innecesarios que puede trasmitir por segundo.
Tan cansados estaban de su verborrea sus vecinos,
que el del octavo envió una carta a su
administrador pidiendo su intervención. «Esta vecina
explicaba en su misiva me espera agazapada en
el portal y sube conmigo en el ascensor. Pero en lugar
de quedarse en su planta sube hasta la mía y muchas
veces sale del ascensor y me acompaña hasta mi propia
puerta contándome dimes y diretes de gente que
no conozco y cuyas vidas no me interesan en absoluto.»
Terminaba su escrito pidiendo: «Le ruego encarecidamente
que haga todo lo posible para que no
falle el ascensor: no sé de lo que sería capaz si tuviera
que pasar media hora encerrado con ella en un metro
cuadrado».
Quiero terminar agradeciendo a Marián Campra
y Javier Ronda el trabajo realizado. Los edificios
son nuestro principal patrimonio material y de un
modo ameno y distendido Marián y Javier nos invita
a reflexionar sobre la forma de afrontar el día a
día.
La difusión de este anecdotario también nos
ayuda a explicar la importancia de la actividad profesional
de los administradores de fincas colegiados.
A veces se identifica a las comunidades de propietarios
con estas situaciones y con los problemas que
todos conocemos. Sin embargo, la realidad es que el
funcionamiento de estas comunidades en nuestro
país es ejemplar.
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En el rato que ha dedicado usted a leer estas
líneas, han sido miles los traslados en ascensor, y las
personas que han estado viendo la televisión, o se
han duchado con normalidad, o han abierto la puerta
del garaje y aparcado su vehículo. Y me gustaría
que estas líneas sirvieran para ayudar a valorar la
contribución de los administradores de fincas colegiados
al buen funcionamiento de nuestros edificios,
más aún, del día a día en nuestro hogar.
Salvador Díez
Presidente del Consejo General de
Administradores de Fincas de España
72999

Ficha técnica

Autor
Ronda Iglesias, Javier
Editorial
Algaida Editores
ISBN
978-84-9067-613-4
Fecha de Publicación
30-06-2016
Nº de páginas
224
Encuadernación
Rústica
Nº edición
1
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