En una sociedad dominada por la ciencia y la técnica, una de las ramas de la ciencia que está aportando datos más sorprendentes y llamativos para la opinión pública en este principio de siglo es la vinculada al estudio del cerebro. algunos neurocientíficos y psicólogos, partiendo de ciertos datos empíricos, han afirmado que el derecho penal está construido sobre bases insostenibles desde una perspectiva científica y que los conocimientos disponibles en la actualidad sobre el funcionamiento y la biología del cerebro obligan a transformar las estructuras de responsabilidad que conocemos, especialmente las vinculadas a la idea de culpabilidad. los argumentos van acompañados de tesis provocativas más allá del ámbito estrictamente jurídico como que el "yo" es una ilusión que nos proporcionó la evolución, que los seres humanos no son libres cuando actúan y que la sensación de libertad y de poder actuar de otro modo también es una ilusión. según estas tesis los seres humanos no hacen en realidad lo que quieren, sino