La muerte del contrato

RESUMEN
Se nos ha dicho que el Contrato, como Dios, ha muerto. Y que realmente lo está. De hecho, resulta difícil argumentar más sobre este punto. Los prebostes de la teoría de la Muerte del Contrato dicen también que, como el contrato ha muerto, no es oportuno o digno objeto de estudio. Los estudiantes de derecho deberían ser dispensados de la realización de ejercicios propios de anticuario sobre la teoría de la consideration . Los profesores de derecho deberían poner su atención en otro lugar, pues el hecho de la muerte ya se ha inscrito.

Tales profesores, se ha dicho, deberían observar la escena actual y describir lo que ven. Deberían comprometerse en un análisis sociológico más que en una síntesis histórica o filosófica1). En este punto me encuentro, no tanto en desacuerdo con sus objetivos, como completamente falto de interés en lo que están haciendo.

Describir lo que se ve es, sin duda, un ejercicio muy útil. Entrena al pensamiento en los hábitos de una detallada observación, de un preciso análisis y de lúcidas manifestaciones. No todo abogado puede exponer un caso complicado de manera precisa y adecuada.

Sin embargo, cuando acabamos de describir algo, todo lo que realmente tenemos es un inventario. En sí misma, la descripción carece de significado (muchos árboles esperan que alguien los coloque en un bosque). La lista solo adquiere sentido cuando se relaciona con otras listas. Los materiales de los que nos ocupamos como abogados son, como todos somos también desgraciadamente conscientes, siempre cambiantes (se disuelven y se reajustan y se metamorfosean con sus propios contrarios, todo, parece, sin avisar cuándo). Los modelos estáticos, tan caros para los economistas, no lo son para nosotros. Todo el presente se convierte en pasado demasiado pronto. El futuro, que es seguramente una de las cosas que más nos ocupa, permanece impenetrable.

En el desarrollo de nuestro curso, lo mejor es ir en busca de un conocimiento cierto sobre el origen. El más delicadamente minucioso conocimiento del actual estado de las cosas, (el inventario más actualizado) empieza a ser útil para nosotros sólo cuando estamos en posición de compararlo con lo que sabemos acerca de lo que sucedió el año pasado y el año anterior al pasado y así sucesivamente a través de las brumas flotantes del tiempo. Por supuesto, nosotros conocemos el pasado, como mucho, de una manera imperfecta.

No importa cuántos artilugios podemos reunir y catalogar y organizar en nuestros museos; ninguno de nosotros será capaz de pensar nunca como pensaba un abogado romano o un jurista medieval o un positivista del siglo XIX. Nuestra visión de finales del siglo XX distorsiona necesariamente lo que se encuentra detrás de nosotros. Nosotros no somos científicos (ni siquiera científicos sociales) ni se espera que lo seamos. No nos dejemos deprimir demasiado por este pensamiento porque, en su conjunto, no todo el pensamiento es deprimente.

Si de hecho es cierto que el contrato en general estaba vivo y bien vivo en el siglo XIX y que ha estado moribundo en una persistente agonía durante los últimos cincuenta años, quizás la cuestión más urgente que podamos plantearnos a nosotros mismos y a nuestros estudiantes es: ¿Qué ocurre con la doctrina de la consideration ? En todo caso, esa y otras cuestiones relacionadas con ella, son las que yo propongo debatir con ustedes en estas conferencias.

ÍNDICE
Prólogo de Francisco de P. Blasco Gascó
Prólogo de R. K. L. Collins
Prefacio
Introducción
I. Orígenes (GRANT GILMORE)
II. Desarrollo (GRANT GILMORE)
III. Decadencia y caída (GRANT GILMORE)
IV. Conclusiones y reflexiones (GRANT GILMORE)
Bibliografía
Lista de casos